miércoles, 17 de noviembre de 2010

Presuponer y presupuestar (Parte II)


“Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil”
JOSEPH GOEBBELS (1)

“Corruption is operationally defined as the abuse of entrusted power for private gain”
TRANSPARENCY INTERNATIONAL (2)

b) El escándalo: hoy declararon ante la Comisión de Asuntos Constitucionales las dos diputadas –Hotton y Álvarez- que habían denunciado una semana atrás haber sido presionadas. El resultado fue el sabido: ambas afirmaron no haber recibido ofrecimientos de dinero a cambio de retirarse de la sesión y en ningún caso quedaron claras las presuntas “presiones”. A lo sumo, lo que aparecía en el horizonte de las declaraciones era la negociación de obras provinciales a cambio de la aprobación del presupuesto, pero ello no sería un acto de corrupción bajo el concepto de Transparency International (3) el cual requeriría un beneficio privado a costa de la cosa pública.

Pero lo interesante para el análisis del discurso es entender porque las denuncias de Elisa Carrió tuvieron tanta repercusión mediática:

- Para Elisa Carrió la denuncia es un arma de extorsión con el cual puede comandar desde el antagonismo a la oposición (4). Esto porque el antagonismo pretende integrar en un mismo discurso la moral con la política, fusionándolo en una “política confesional". Entonces, el antagonismo crea una política que es pura Verdad, porque sólo su accionar político es conforme a la Verdad en sentido confesional. Todo lo que queda por fuera del accionar político confesional es inmoral. Cuando la política confesional es integrada al “sentido común”, la misma se vuelve un arma peligrosa porque impiden la política por fuera de lo que el antagonismo arbitrariamente señala como moral y cierto.

- Las denuncias de Carrió calan hondo porque son extraídas desde lo profundo del ‘sentido común’: “el antagonismo lleva al paroxismo los rasgos más conservadores del sistema hegemónico de valores. Es decir, la idea de que los políticos son corruptos habita en el ‘sentido común’ y así su veracidad no requiere de corroboración ni sentido crítico en términos de racionalidad. Ahora, el acto de presuponer es el de afirmar algo antes de tener las certezas del caso y esto no es otra cosa que la más burda intuición. Y, al mismo tiempo, intuir es la piedra fundamental de la construcción mitológica. El mito, como es sabido, es una construcción narrativa irracional.

Por ello, si el acto de presupuestar requiere de la mayor racionalidad por tratarse de una tarea técnica; el de presuponer es un acto de construcción mítica y, en calidad de tal, absolutamente irracional.




(1) Ministro de Propaganda del Gobierno de Adolf Hitler durante la Alemania Nazi.
(2) Transparency International, “FAQ`s about corruption”, en http://www.transparency.org/news_room/faq/corruption_faq 
(3) Ibídem.
(4) El antagonismo fagocita a la oposición.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Presuponer y presupuestar (Parte I)


“Cree el ladrón que todos son de su condición” (1)


El miércoles pasado se trató el presupuesto nacional para el año 2011 y el sector antagonista logró liderar al resto de la oposición en el Congreso Nacional. El presupuesto terminó volviendo a comisión y con escándalo. De ello se pueden extraer dos cuestiones: a) el presupuesto (parte I); y, b) el escándalo (parte II).

a) El presupuesto: Prat Gay de la Coalición Cívica –como antagonista- y Claudio Lozano de Proyecto Sur –como opositor- presentaron proyectos propios de presupuesto. Decir que ambos son unos mamarrachos sería un elogio. Ninguna de esas fuerzas políticas cuenta con los recursos técnicos para elaborar correctamente un presupuesto.

Desde Max Weber sabemos que el funcionario  cuenta con saberes especiales que lo diferencian del político justamente en el hecho de que el conocimiento técnico le brinda poder al funcionariado. El funcionario habita los ministerios como miembro de la burocracia, ahí reside el saber específico y técnico. Sin ese conocimiento es imposible elaborar un documento como el de presupuesto. Para tener una idea, un resumen de un presupuesto cuenta con alrededor de 1.200 páginas (y estamos hablando de un resumen). Es imposible elaborar un presupuesto sin el aparato burocrático especializado. Nunca existió en la historia de Argentina un proyecto alternativo (hasta la fecha) al del presupuesto enviado por el Gobierno.

Lo peligroso del presupuesto elaborado por la Coalición Cívica (la punta de lanza del antagonismo) es que quien lo ha diseñado es un egresado del Colegio Cardenal Newman (de donde egresó el grueso de los funcionarios del PRO), de la Universidad Católica Argentina y trabajó para la banca J.P. Morgan: Adolfo Prat Gay. Es difícil imaginar un presupuesto con concepción de lo social por parte de un (¿ex?) empleado de una banca transnacional que construyó su fortuna a base al comercio de esclavos (2) y otros pecados (3). Me ha sido imposible encontrar los proyectos alternativos, pero no intuyo nada bueno de un tipo que piensa que Argentina debería volver a pedirle préstamos al FMI (4) o que considera que las retenciones deberían caer al 0% y sin segmentación (5).

En el peor de los casos el Gobierno, según la Ley de Administración Fiscal, deberá repetir el presupuesto del año 2010 para una economía que terminará creciendo en un 8%. Es decir, el Gobierno contará con más recursos disponibles por fuera del presupuesto que los que ha tenido en el presente año, aquello que el sector antagonista quería evitar. Esto es porque la ‘irracionalidad’ del discurso antagonista radica en que adquiere cierta autonomía del anclaje clasista al que representa originariamente. Puede que el discurso irracional, en su afán de enfrentar al protagonista, se oponga incluso a medidas del protagonista que redundarían en beneficio de los intereses de las clases que adhieren al discurso antagonista. Es más, puede que la conducta ‘irracional’ termine favoreciendo los intereses del protagonista.






(1) Dicho popular.
(2) Solidaridad.net, “La Banca Morgan se enriqueció a base del comercio de esclavos”, 2005, en http://www.solidaridad.net/articulo2999_enesp.htm 
(3) Millet, Damien y Toussaint, Éric, “El triple pecado de la gran banca privada”, 2010, en http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=8455 
(4) La Nación, “Prat-Gay reclama que se pida otra vez asistencia al FMI”, 2008, en http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1079201
(5) La Nación, "Nunca más habrá retenciones", 2009, en http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1079201 
Clarín, “Retenciones: nuevos tironeos por el plan de segmentación”, 2010, en http://www.ieco.clarin.com/economia/Retenciones-nuevos-tironeos-plan-segmentacion_0_155100003.html 

viernes, 12 de noviembre de 2010

Reestructuración con K (de Keynes)


“Facts have changed and so do I”
JOHN MAYNARD KEYNES (1)


El pragmatismo británico es tan conocido como brillante, permite (como lo hizo Keynes) adaptar la teoría a contextos y sujetos históricos concretos. Los hechos han cambiado y debo cambiar con ellos. Me propongo reestructurar el blog en base a las siguientes reflexiones:

a) Mayor cristalización teórica: la hipótesis que esbocé en julio se ha complejizado y ahora tiene una sofisticación mayor:

“El clivaje de polarización moderada como ‘proponente(2)/opositor’ es reemplazado por un clivaje de extrema polarización como ‘protagonista/antagonista’ cuando el ‘sentido común’ (3) empieza a presentar fisuras. Estas fisuras se perciben a nivel discursivo y simbólico, principalmente. Las fisuras en el ‘sentido común’ de una sociedad solo se pueden dar si existen cambios sustanciales en la estructura económica (sobre todo si los intereses de las clases dominantes son afectados).

El clivaje de polarización extrema del discurso (
‘protagonista/antagonista’) divide el ‘sentido común’ en dos sentidos (aunque no de forma taxativa) y en tanto que sistema hegemónico de valores recorre el total del tejido de una sociedad a través del discurso y la simbología.

El ‘discurso irracional’ surge producto del clivaje discursivo-simbólico
‘protagonista/antagonista’, anclado en los aspectos más atávicos del ‘sentido común’. El antagonismo, como reacción a los cambios producidos en la estructura económica, lleva al paroxismo los rasgos más conservadores del sistema hegemónico de valores. La ‘irracionalidad’ del discurso antagonista radica en que adquiere cierta autonomía del anclaje clasista al que representa originariamente, pero siempre actúa como protección de un núcleo duro de intereses. Puede que el discurso irracional, en su afán de enfrentar al protagonista, se oponga incluso a medidas del protagonista que redundarían en beneficio de los intereses de las clases que adhieren al discurso antagonista”.

b) Conciencia de la síntesis histórica: los ciudadanos argentinos son libres de opinar que cosas hace bien y que cosas hace mal el Gobierno. El analista no, aquello no es suficiente. El analista político, si se precia de tal, debe tener conciencia de la Historia y la Política, lo cual implica entender el momento histórico, los sujetos históricos que actúan, los intereses materiales en juego, etc. Pero, sobre todo, quien quiere ser un intelectual comprometido con su tiempo (llamémosle “orgánico” si se quiere) debe saber identificar donde está el “eterno enemigo statu-quista”

Robert Michels, militante del partido socialdemócrata alemán (4), hizo críticas agudas y reales sobre su partido en el período de entreguerras. Fue impiadoso a la hora de describir como el partido socialista de los alemanes se había burocratizado y, hasta cierto punto, aburguesado y como de él había surgido una nueva oligarquía (5). Gastó tantas energías criticando a su propio partido (críticas muy válidas por cierto) que descuido analizar el contexto que lo rodeaba; en su contexto se gestaba el nazismo. Su crítica despiadada contribuyó a desmoralizar al partido y a la democracia alemana. Debió haber tenido mejor conciencia de la síntesis histórica en que vivía. Debemos tener mejor conciencia de nuestro tiempo.

c) Para quien escribe el escritor (6): ya no escribo sólo para hacer catarsis, me propongo escribir para darle herramientas y argumentos a las personas que decidan romper con el sentido común. De ninguna manera intentaré romper el sentido común de quien crea en aquél mito, ya que es imposible, y solo puede existir ruptura con aquél a partir de un golpe emocional que de ninguna manera puede ser creado de manera artificial.

Hay quienes en la blogósfera –como Lucas Carrasco y Orlando Barone- escriben para cohesionar al kirchnerismo mediante la crítica indiscriminada a los opositores. Por el contrario, en mi caso, intentaré demostrar que el campo nacional, popular y libertario es mucho más amplio y que esas conductas no conducen a otra cosa que al sectarismo. Y el sectarismo  es un término más propio de la religiosidad que del análisis racional.

Con el pragmatismo británico abrí, con el pragmatismo británico cierro: “Dios salve a la Reina (razón)”.


(1) Malabre, Alfred L., “Lost Prophets: An Insider's History of the Modern Economists”, 1994, pág. 220.
(2) Llamado vulgarmente como “oficialismo”.
(3) Como sistema hegemónico de valores.
(4) Más allá de que con posterioridad se haya afiliado al partido fascista de Italia.
(5) Michels, Robert, “Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna”, Bs. As., Amorrortu, 1983.
(6) Parafraseando a José Saramago.

lunes, 1 de noviembre de 2010

La K madre que nos partió*

Soy un tipo al que le cuesta hablar sobre política sin utilizar un aparato conceptual, pero ésta vez haré el esfuerzo de desentenderme de la teoría y voy a escribir con el corazón sobre el teclado. Es que algo nos pasó, todos sabemos que algo nos pasó: nos partimos al medio. Las sobremesas con la familia, las previas con amigos y las charlas en bares con extraños ya nos son las mismas. No es tan fácil como en los noventas hablar de política, ahí era todo mucho más claro, más sencillo. Ahí estaba el adversario del pueblo y acá estábamos nosotros. Fue a finales de esa década cuando asistí a mi primera manifestación, era un reclamo ante el gobierno provincial (aliado del menemismo) por los sueldos de los maestros a los que se les adeudaba todo un año de haberes. Ahí aprendí la importancia de la palabra “educación”. Cuando De la Rúa asumió como presidente mandó a la gendarmería y derramó sangre sobre el puente Belgrano que une Corrientes-Resistencia. Ahí aprendí el significado de la palabra “represión”. Mi abuelo (de larga militancia social) estuvo en lo que eran aquellos cortes de ruta, sin ser él maestro, sin ser un problema que lo afectase en forma directa. Ahí aprendí el significado de la palabra “solidaridad”. Al año siguiente falleció. Un año después ocurrió el diciembre de 2001. Ahí supe qué significaba “crisis”.

Mi amigo Federico me suele decir que nosotros somos los hijos de la crisis (quizás en tono con la frase hegeliana de que “todos somos hijos de nuestro tiempo”). Esa puta crisis nos parió a gran parte de nosotros, pero no nos parió a todos por igual. Y desde ahí que venimos partidos, sobre todo cuando esa K se puso entre nosotros y nos colocó en veredas diferentes. Esa K fue creciendo y creciendo, y la distancia se volvió gigante. Familia, amigos y desconocidos, todos en veredas diferentes. Y no es que uno esté en exactamente parado sobre la K, eh. Más bien uno se encuentra en la misma vereda que la K, pero separado por varias (muchas) baldosas.

Pero la familia, los amigos y los desconocidos no lo entienden así, para ellos es todo lo mismo: o estás con la K o con la anti-K, así con tono maniqueo y todo. Y no suelen escatimar en agravios a la hora de opinar. Le dicen a uno que está ciego o que pretende tomarle el pelo a la gente. Algunos desconocidos hasta insinúan que uno tiene la opinión que tiene porque seguramente algún “beneficio” debo recibir de esa puta K. Pero no sería nada eso, porque al fin y al cabo son desconocidos y no me conocen. Ahora, cuando es alguien cercano quien te insinúa que tus convicciones tienen un precio, ahí sí… ahí sí que duele. Pero es cierto, descubrí que sí, que mis convicciones tienen un precio, pero son ellos los que le ponen el precio y soy yo quien debe pagar por las mismas. Y el precio que me hacen pagar, créaseme, es muy alto y los golpes que uno debe recibir muy bajos. Si tan sólo uno recibiese esos “beneficios” soportar el maltrato se justificaría (al menos así lo imaginan ellos), pero ni eso. ¿Entonces por qué uno está de éste lado de la vereda y no enfrente? La respuesta puede parecer soberbia, pero es la siguiente: desde que tengo uso de razón éste es el primer gobierno que ha seguido “mi agenda”. Sí, “mi agenda”, aunque suene soberbio de mi parte. Ninguno de los gobiernos anteriores siquiera se animó a hablar de los temas de “mi agenda” y éste al menos me hojeó algunas páginas. Ni completamente ni idealmente se acerca al país que yo deseo, pero es el más próximo (de los que he conocido) a aquél.

Pero ni familia ni amigos y menos aún los extraños entienden mi posición. Para ellos basta con decir que hay que “mirar la calle y usar el sentido común” para descubrir que estamos inmersos en un caos. Una de mis abuelas, que ahora por primera vez tiene jubilación, me dice que en el Estado derrocha plata; un par de amigos, mientras juegan a la playstation después de haberse levantado a las 11.30, me dicen que el problema son los planes que hacen que la gente no quiera trabajar; un viejo desconocido en un café de Recoleta, mientras despliega las enormes páginas de “La Nación” sobre la mesa, me dice que el problema son los piqueteros que cortan calles porque tienen mucho tiempo libre. Yo los miro azorado, pensando que en algún momento van a percibir la contradicción de ellos mismos. Pero espero inútilmente, mordiéndome la lengua, tragándome el veneno y alimentando más y más a ésta úlcera moral pronta a estallar.

Es que ellos siguen mirando la historia desde una matriz liberal (está bien, no puedo con mi genio y violé la promesa de no conceptualizar): donde ellos ven la historia de los héroes, nosotros –los hijos de la crisis- vemos sociedades; donde ellos ven clientelismo, nosotros vemos inversión social; donde ellos ven corrupción, nosotros la vemos también, pero aceptamos el desarrollo de la totalidad de la historia con sus contradicciones. Entonces, ¿lo que nos divide es la K? No, no creo que sea la K. Siempre estuvimos separados, sólo que la K vino a quitar el velo entre nosotros y nos obligó a discutir con familia, amigos y desconocidos aquello que quizás nunca hubiésemos querido discutir. Porque hay algo que se está quebrando entre nosotros, aquello que sostiene sus vidas y a nosotros nos inspira profunda aversión; aquello que ellos entienden como “normal”, “común” o “natural” y que nosotros empezamos a cuestionar. En fin, ese sistema de valores e ideas que ellos llaman “sentido común” y que para nosotros ya no existe. Porque el sentido común no es otra cosa que el sistema hegemónico de ideas que permiten la dominación, incluso la autodominación de los dominados (sí, ya sé, segunda vez que violo la promesa de no conceptualizar). Y ahí estamos nosotros, queriendo romper lo que para ellos es seguro y conocido: su preciado sentido común. Flanco por flanco atacamos ese edificio sagrado y ellos reaccionan con la virulencia de quien no quiere que se le caiga el techo encima. Porque es cierto, cuando uno rompe con el sentido común queda en pelotas por un buen rato, y estar en pelotas da miedo, pero es necesario hacerlo si se quiere ser libre. El edificio se está resquebrajando y la fisura nos abrió al medio a todos. La K sólo acelera los tiempos del derrumbe, el edificio está destinado a colapsar de cualquier forma. Entonces que quede claro familia, amigos y desconocidos: la K no nos separa, lo que nos separa es la crisis del “sentido común”. Pero, es cierto, fue la K la que nos partió.






*Agradecimientos especiales a mi amigo Lucas Massuco que me corrigió y me impulsó a profundizar en éste artículo escrito el 21 de octubre de 2010 para el Nº4 de la "Revista Diversidad".

miércoles, 27 de octubre de 2010

La K después de la K

Ésta mañana me levanté no tan temprano, alrededor de la 9.30. No encendí la tele ni la radio, me senté directamente a estudiar mientras desayunaba. A la media hora llamó mi madre y me dio la noticia. La verdad no me conmovió ni nada que se le parezca, apenas si me sorprendió. Es que no le tenía una estima tan alta a Néstor Kirchner, esa es la verdad.

Inmediatamente después de haber conocido la noticia encendí la televisión y me conecté a internet. A los comentarios de sorpresa y conmoción que se expresaban en las redes sociales, más tarde, se le sumaron comentarios, como mínimo, desagradables e inoportunos. Eran los mismos de siempre: gente con alto grado de xenofobia, racismo, antiperonismo, etc. Se mostraban alegres con la muerte, se regocijaban en una orgía de miseria, se bañaban en el barro de su salvajismo. En ese momento se me vino a la memoria una frase de Jorge Ribas: “lo que me entusiasma de Kirchner son sus enemigos”. Ahí recordé porque de vez en cuando ese flaco tuerto me caía simpático.

Me cuesta hablar de Kirchner desde lo humano, no le tenía simpatías, repito. Pero eso para un zoon politikon es poco importante, lo importante es lo político. Sí, sé que no es momento de hablar de política, que el cuerpo aún está caliente como para hacerlo, pero no fui yo quien ya empezó a hacerlo, fueron los oportunistas de siempre.

Vana es la alegría de los antikirchneristas: el kirchnerismo ya existía antes de que Kirchner naciera, así como el guevarismo existía antes que el Che naciese y el peronismo ya existía antes que Perón. Porque la búsqueda de libertad e igualdad de los pueblos existe desde siempre y existirá por siempre, independientemente del nombre que aquella búsqueda adquiera. Es cierto que los pueblos muchas veces cometen el error de “personificar” esa búsqueda libertaria que le es propia con nombre de hombres, pero eso es harina de otro costal. El kirchnerismo podrá seguir existiendo o no, pero la búsqueda de libertad e igualdad de los pueblos pervivirá y los antikirchneristas cambiarán su mote, pero siempre con un norte: tratar de cercenar las libertades y destruir la igualdad. El kirchnerismo trasciende al mismo Kirchner y es ahora otra cosa, representa a algo más que al hombre, representa una idea. Entonces, que no se equivoquen los antikirchneristas, no nos divide Kirchner (como hombre) sino el kirchnerismo. Las convicciones de igualdad y libertad son la grieta que ésta sangrando entre ellos y nosotros.

Vano es el festejo de los antikirchneristas sobre todo porque el cuerpo de su odio ha dejado de existir y eso los obligará a revelar lo que realmente habita en sus almas: ya no podrán decir que no les gusta el “estilo” de Kirchner, la “confrontación” de Néstor, etc. Deberán revelar que lo que realmente les molesta son las políticas populares, el incremento de la igualdad, la creciente libertad, etc. El antikirchnerismo es el gran perdedor del deceso, su rostro está ahora expuesto.

Pensé en llevar flores a la plaza, pero una flor no dice nada. Hubiese sido más cómodo y menos comprometido hacerlo, pero no es mi estilo. Preferí escribir éstas líneas a sabiendas de que familiares, amigos y desconocidos no escatimarán en destilar sus venenosos puñales a mis espaldas tildándome de kirchnerista. Hoy eso no importa, porque en el ejemplo de Kirchner (ahora sí, como hombre) es posible rescatar el que nunca aspiró a ser un tipo cómodo ni sin compromiso.


jueves, 16 de septiembre de 2010

El peligro de lo irracional (Parte I)

Éste artículo servirá para aclarar dos cosas: 1) Porque el interés particular en Carrió; y 2) La conexión de lo irracional con los poderes concentrados de la económica. Para hacerlo voy a recurrir a un idealtypen del discurso irracional: Adolf Hitler. Repito, es sólo un tipo ideal, de ninguna manera estoy poniendo en pie de igualdad a Elisa Carrió con el führer, sería una locura hacerlo. Una locura similar al discurso de Carrió asimilando a Kirchner con el dictador del Tercer Reich.

Éstas ideas en realidad fueron disparadas por una conversación que tuve con el profesor Juan Pablo Angelone (1) sobre el Estado totalitario nazi. Angelone me comentó lo llamativo que le resultaba el tratamiento que se le daba al discurso de Hitler, calificándolo siempre como “cosas de un loquito” y como se ignoraba a todo lo racional que rodeaba a ese personaje que portaba un discurso irracional. Mencionó también una serie de preguntas inquietantes: “¿qué contexto social posibilita que un "loco" llegue al poder? ¿Qué pasa con los "cuerdos" a cuyos intereses respondería ese loco?”. En fin, como se banalizan los procesos históricos al decir que aquello fue culpa de un “loquito”.

Es que la banalización es un velo, un velo que se tiende sobre la realidad para ocultar el lazo que une, en ciertos casos, al discurso irracional en la superestructura en profundo matrimonio con los intereses de los poderes concentrados que habitan en la estructura. Con la adjetivación de “loco” a Adolf Hitler se esconde la complicidad que tuvieron las grandes empresas alemanas en apoyar ese proyecto de capitalismo estructural y totalitarismo superestructural (2). Así, el apoyo de IBM (3), Mercedes Benz (4), Siemens (5), etc., al régimen nazi quedó desvanecido en tanta adjetivación de “loco”, “demente” y “fanático”. Es que lo irracional suele cumplir (bajo ciertas circunstancias) un rol para la racionalidad económica.



(1) Profesor de la cátedra de Análisis del Sistema Internacional de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario y escritor de varios libros como “Por arte, al amor” y “Argentinalgia”, entre otros.
(2) Más información al respecto en Elías Díaz, “Estado de derecho y sociedad democrática”.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Si ellos son la patria yo soy extranjero

La semana pasada a raíz de la presentación de Cristina Fernández sobre los orígenes espurios de Papel Prensa, el programa “A Dos Voces”, que se transmite por TN, preparó el contraataque con Elisa Carrió como su caballo de batalla principal. Elisa Carrió tuvo varias declaraciones tales como “Clarín y La Nación son parte de la historia”, “Son la última muralla que los Kirchner pretenden derribar para quedarse con todo”, etc. Pero la declaración de Carrió que condensa la idea de su discurso es la siguiente: “Clarín y La Nación son la Argentina”.

Éste tipo de declaraciones son propias del discurso protagonista-antagonista, trata de dividir en dos el campo apropiándose de valores universales. Los diarios aparecen como entes neutrales portadores de valores nacionales con el cual cualquier patriota debería verse identificado. Quienes los cuestionan son antipatriotas, anti-argentinos y no pertenecen al mismo cuerpo social que los patriotas, es decir, se convierten en extranjeros. Quienes son argentinos deben apoyar a Clarín y La Nación ante el ataque salvaje de los extranjeros.

Una vez más emerge el discurso maniqueo presentado por Elisa Carrió, ésta vez en su versión chauvinista (y no tan teológica) en el que unos pertenecen y otros no. El problema es que aquello que Carrió presenta como grupos mediáticos asépticos no lo son en absoluto. Clarín y La Nación son maquinarias industriales de creación del “sentido común” cipayo y anti-popular; son la presión para la obtención de intereses parcializados hecho carne; y, últimamente, sus periodistas son escribas que reptan por veinte monedas de madera, convirtiéndose en cómplices de encubrimiento de crímenes de lesa humanidad. Por eso, citando una vieja canción, “si ellos son la patria yo soy extranjero” (1).



(1) “Botas Locas” de Sui Generis.

jueves, 26 de agosto de 2010

Ayer por ti, hoy por mi.

A cualquiera le llamaría poderosamente la atención los dichos de Carrió en los últimos días en relación a la problemática de Papel Prensa. Al respecto expresó “no me temblará el pulso en defender al Grupo Clarín”. Esto se suma a otras declaraciones de similar tinte hechas por Elisa Carrió con ocasión del examen de ADN a efectuarse a los hijos de la titular del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble.

Uno podría imaginar en principio que el compromiso de Carrió con el hegemón de los medios se debe a una estrategia política que consistiría en brindarle apoyo al grupo corporativo a cambio de que el grupo le brinde minutos y un atril desde el cual vociferar. Lamentablemente la historia a desenmarañar es por mucho más oscura. Para desanudar el tejido de relaciones es necesario retrotraerse a décadas atrás.

Elisa María Avelina Carrió (tal su nombre completo) nació el 26 de diciembre (¿de ahí su misticismo?) de 1956 en Resistencia, provincia del Chaco. Según su sangre proviene de las familias “troncales” o “fundacionales” de la provincia. Se licenció de abogada en la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) (1) en 1978. Llamativamente sólo un año después el interventor del Chaco, General de Brigada Antonio Serrano, por decreto provincial nº72 la nombra Asesora de la Fiscalía del Estado (2). Ahí podemos empezar a unir los puntos, Carrió, casi sin experiencia, pasa a trabajar por decreto en la Fiscalía del Estado. Además, también durante la dictadura cívico-militar, por resolución 522 del Superior Tribunal de Justicia (3), el 21 de agosto de 1980 es nombrada Secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia del Chaco. Ahora la relación con el “Proceso de Reorganización Nacional” estaba atada y bien atada.

Hasta acá tenemos una Elisa Carrió involucrada con la dictadura militar, pero queda unir los puntos con el Grupo Clarín. ¿Cómo explicar la defensa acérrima que hace Carrió al respecto? Bueno, quizás la denuncia de José Pirillo (ex-titular del diario “La Razón”) pueda echar algo de luz (4). En ella explica que Héctor Magnetto (CEO de Clarín) adoptó sus hijos de forma un tanto irregular en el norte de Argentina, habiendo sido la misma Elisa Carrió quien se los habría “conseguido”.

Es posible entender como el circulo de favores se va cerrando entre la Dictadura-Carrió-Clarín. El gobierno dictatorial impulsó la carrera de Carrió y Carrió le efectuó “favores” al CEO de Clarín. Proteger al hegemón de los medios es necesario para que los muertos de su ropero no vuelvan a ver la luz. Magnetto y Carrió necesitan cubrirse mutuamente las espaldas. Ayer por ti, hoy por mi.



(1) La Facultad de Derecho y Ciencia Política (no se dicta la carrera de Ciencia Política, el nombre es solo para darle pompa) de la UNNE es la Universidad más corrupta que existe en la Argentina y de eso puedo dar cuenta en persona.
(3) Ibíd.

jueves, 19 de agosto de 2010

Antagonismo e impotencia

La palabra “protagonista” proviene del griego antiguo “protagonístís” formada del protos=primer y agonísíts= luchador (o jugador). Por otro lado, la palabra “antagonista” proviene del griego “antagonístís”, formado por anti=opuesto (o contrario) y agonístís=luchador (o jugador). De ahí que para hablar de antagonismo es necesario que exista un protagonismo.

El rol del antagonista necesita ser correspondido por el protagonista, es decir, el antagonista necesita ser reconocido por el protagonista como un interlocutor en la lucha. Cuando esto no sucede, cuando el protagonista no reconoce al antagonista, cuando no le otorga estatura, o en criollo, cuando no le da chapa de adversario político, el antagonista sufre de impotencia. La impotencia es “falta de poder para hacer algo”. Si el antagonista construye todo su discurso sobre la base del antagonismo con el protagonista, pero éste último, al no replicarle, le niega su inserción en la dialéctica, el antagonista queda impotente. Es ahí que el antagonista busca construir la figura del “mártir”. Ésta le sirve para salvar momentáneamente su figura, intentando mostrarse como un “puro” incomprendido de su tiempo.

La ida de Elisa Carrió del Acuerdo Cívico y Social debe ser entendida en éstos términos. Carrió necesita ser antagonista de quien ella entiende es el protagonista: Néstor Kirchner. Al no poder presentarse como tal sufre de impotencia y eso la lleva a reconfigurarse momentáneamente como mártir. Los portazos no se dan simplemente cuando uno quiere salir, se dan generalmente cuando uno quiere hacer ruido.


domingo, 15 de agosto de 2010

La fisura es necesaria

Durante la última semana se ha hablado mucho del “impasse” que vive la Coalición Cívica desde que Elisa Carrió amenazase con dejar la alianza opositora. La estrategia está constituida como un movimiento de pinzas: por un lado encolumnar a la UCR y el PS detrás de ella y su discurso; por otro, convertirse en la contracara de lo que ella cree que es el enemigo a vencer, Kirchner.

El relato, para calar hondo en los espíritus debe construirse sobre la dicotomía de héroes y anti-héroes. El antagonismo de Carrió tiene como objetivo dividir el campo político en dos polos impermeables a las ideologías tradicionales. La lucha política debe ser des-racionalizada para volverse sentimental y darle un marco dramático de batalla última. Por eso la carta enviada por Carrió tiene como fin dar un ultimátum al resto del campo opositor: “soy yo quien debe encarnar la antítesis de Kirchner. Sólo yo puedo hacerlo, porque si no soy yo no será nadie”.

Toda ésta teatralización de Elisa Carrió funciona con el sólo fin de encabezar al resto de los partidos que forman la CC. En caso de quebrarse definitivamente la alianza ella podría mantener su “purismo” y señalar a la UCR como parte de la “vieja política” o decir que ella no va a ser parte de un nuevo fracaso de una “Alianza remozada”. Sería bastante vergonzoso ver a líderes de partidos históricos y laicos como la UCR y el PS ser arreados por una “ídola” que ni siquiera tiene un partido propio, sino que “ella es personalmente su propio partido”. Pero después de todo no debería sorprender que Elisa Carrió logre encabezar éste nuevo espacio opositor en gestación, pues como ya lo dijo alguna vez Antonio Gramsci: "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.

martes, 3 de agosto de 2010

Motivos para creer en Carrió

Nótese que utilizo la palabra “creer”, porque es un verbo que indica un acto de fe. A mi entender no hay otras razones para seguir a Elisa Carrió que no sea por fe. O quizás sí, quizás si haya otros motivos por los cuales usted puede seguir a Elisa Carrió.

Si usted es antiperonista (la forma más intensa de antagonismo que conoce la Argentina) es posible que sienta cierto aprecio por Carrió. Pero entienda usted que el antagonismo es solo una pose vacía de contenido, nada se construye con ella. El antiperonismo que subyace en el discurso de Carrió logra captar a una franja social que tiene inscripto en los genes de su relato aquél antagonismo.

Si usted es una persona sumamente religiosa y cree que el bien o el mal absolutos se pueden hacer carne en una figura, también puede comulgar con Carrió. En éste momento el mal absoluto es Kirchner. Adviértase que el antagonista tiene una tendencia a llevar la discusión política a una duplicidad de absolutos, coherentes en éste caso con el carácter confesional del discurso. El problema para el sistema democrático liberal es que el antagonista no solo batalla con el protagonista, sino que borra al resto de la oposición del relato político, ya que la batalla final se da entre el mal absoluto (el protagonista) y el bien absoluto (el antagonista). En éste caso en particular, el discurso de Carrió también tiene como intención erosionar la institucionalidad apuntando a negar la figura presidencial, llevándola a un mero instrumento del mal absoluto. Niega la entidad de la Presidenta, niega el voto que le confirió el pueblo, corroe el sistema democrático, borra a la oposición y construye un relato de batalla final.

En fin, si usted no sabe nada de política, pero tampoco desea entender de política y lo único que quiere es indignarse junto a la oradora del discurso antagonista, entonces creo que Elisa Carrió es su mejor opción.

domingo, 1 de agosto de 2010

El espejismo del centenario dorado

A propósito de la inauguración de la Rural en el día de ayer, nuevamente encuentro similitudes en los discursos de Elisa Carrió y Hugo Biolcatti. Ambos añoran un pasado que en realidad no existió, pero que con la alquimia discursiva transformado en real. Se señala que en 1910 la Argentina era el 8vo país del mundo muy apresuradamente, sin mencionar los indicadores de tal merecimiento. Me pregunto qué pensarían éstos señores si les propusiesen ser la segunda economía del mundo en la actualidad, es decir, la roja China. Se habla casi de un país modelo, con un “proyecto de nación” y de consensos. Nada más alejado: era un país en que la cuestión social estaba en ebullición, existía represión a la protesta social, los inmigrantes vivían en condiciones degradantes y el sistema político era corrupto al punto tal que el voto carecía absolutamente de valor. El proyecto de nación era el de una elite para una elite. Ensalzan el modelo agroexportador como “proyecto” sin reparar en que fue ese modelo el que llevó a la crisis una vez que alcanzó su techo, piénsese en la Primera Guerra Mundial y en la crisis iniciada en el año 1929 dejó al país expuesto. Cuando hablan de la Argentina “inserta en el mundo” no atienden a que esa inserción era subordinada, piénsese en el pacto Roca-Runciman en 1933 como su corolario. Entonces, ¿qué es lo que tanto les fascina de aquel centenario? Justamente todo lo anteriormente dicho. Los cambios que les resultaron dolorosos, cuyas heridas no logran cicatrizar en la piel oligárquica, son el voto universal y, más aún, el ingreso de la masa como actor político a mediados del siglo XX.

Pero el discurso por más oligárquico que sea necesita legitimarse, como dijo Marx “volver interés universal lo que es un interés particular”. Es ahí que entra a jugar la sensiblería y aparece la frase más fetichista y cruel “Queremos una Argentina sin pobres”, dicen. Un fetichismo contemplativo sobre los “pobres” se hace presente, ya que aquellos no son “personas en situación de pobreza”, sino simplemente “pobres”. Y es cruel porque al no contemplar a “la condición de pobreza” como problema, el problema son los “pobres”. Y cuando dicen: “queremos una Argentina sin pobres” quieren decir “No queremos pobres en Argentina”, por lo tanto “No queremos que existan pobres en la Argentina”. El lenguaje que utilizan los traiciona revelando lo que habita realmente en sus corazones: no se quiere terminar con la “pobreza” sino con los “pobres”.

sábado, 31 de julio de 2010

Zorros, ratas y vacas en la Rural.

Durante el conflicto del campo en 2008 Carrió dijo que la 125 (incluso la versión reformada que salió de diputados) se trataba de un robo para los pequeños productores. Llamo la atención sobre la palabra “robo”: la misma tiene un carácter confesional y a su vez un cariz liberal. Es confesional en tanto que intenta traer a la batalla discursiva un mandamiento, es decir, no se trata de una imposición fiscal sino lisa y llanamente de un “robo”. Y es liberal en tanto que el Estado aparece en su discurso solo como un actor que trata de acotar constantemente las libertades y apropiarse ilegítimamente de la producción de riqueza de la sociedad civil. Pecado y propiedad privada sagrada se funden en un solo relato y cierran filas contra las posibilidades de acción del Estado.

Hace unos días la Sociedad Rural Argentina (SRA) y la Confederación Rural Argentina (CRA) anunciaron sus intenciones de que se les bajen al 0% los impuestos a la exportación con respecto a la soja. Su proyecto no contempla segmentación alguna. La Federación Agraria Argentina (FAA), mediante su presidente Eduardo Buzzi, expresó su disconformidad por dejarlos en pie de igualdad con quienes no son sus iguales. Carrió, se convirtió en vocera de los intereses concentrados y apoyo a la SRA. Buzzi contestó que "el proyecto de Carrió favorece a los pooles".  Carrió contestó una vez más con el discurso confesional: No estoy en contra de la segmentación, sino por una cuestión práctica, que es que el pequeño productor dice que no quiere que alguien tenga que devolverle el dinero hartos de coimear y hacer trámites burocráticos (1). Nótese que el discurso lleva nuevamente el pecado como protagonista (la coima), tendiendo la trampa de poner al frente las cuestiones de procedimiento y no las de fondo. El fondo es que la ausencia de una apropiada segmentación terminará por imponer un proyecto monocultivista, de desforestación predatoria y en el cual tendremos soja sembrada hasta en el bidet. De cualquier manera no puedo resistirme las ganas de decirle a Buzzi: “Jodete, te avisamos”.

La conferencia de los opositores moderada por el periodista Joaquín Morales Solá en la Rural es igualmente llamativa: poder económico concentrado, poder comunicacional concentrado, opositores y antagonistas, todos en un mismo retrato. Así aparecen en escena los actores políticos, pero “actores políticos” en el sentido más burdo de la palabra, ya que el guión se los escribe el poder corporativo concentrado. No es de extrañar entonces que en el Congreso de la Nación se vean más trajes de lentejuelas y plumas, que hombres vestidos de toga.


viernes, 30 de julio de 2010

Opositores y antagonistas

Una y otra cosa son diferentes. La oposición intenta construir un relato que es línea de acción  política. Por lo tanto, la oposición se mueve en el campo de la política (como construcción de poder mediante la confrontación de fuerzas, pero también mediante la negociación) y se inserta en el sistema democrático a la espera de ocupar el poder. El antagonismo, por otra parte, al construir un relato confesional-radical (al hablar de “radical” no se hace referencia a la militancia en la UCR sino a una polarización extrema) se aleja del mundo político para adentrarse en el mundo de la fe, por tanto contrario a la razón. Su relato se traslada por fuera de lo político y al borde del sistema democrático.

El antagonista puede sacar frutos de su rol ocasionalmente. Pero, al igual que en la literatura ficcional, el antagonista lo único que hace es medir fuerzas con el protagonista. Lo cual lleva a quienes ocupan el rol de antagonistas a una increíble paradoja: el antagonista, en tanto ocupa un rol de antagonismo, sólo puede ser antagonista y nunca protagonista. El protagonismo generalmente es para quienes hacen política.

En la próxima entrega prometo ya adentrarme en los temas de actualidad, pero creía necesarias éstas definiciones conceptuales previas.

jueves, 29 de julio de 2010

Presentación en sociedad

Saramago alguna vez formuló una de las preguntas más incómodas que se puede hacer quien escribe: ¿para qué escribe el escritor? Posteriormente dijo que él no escribía para agradar sino para desahogar. Si enfrentó aquella incómoda pregunta a éste naciente blog y a mí mismo como (intento de) escritor debo contestarme lo siguiente: porque estoy cansado. Sí, estoy cansado de la irresponsabilidad e incoherencia discursiva de Elisa Carrió. Estoy cansado de vociferar contra el televisor cada vez que escucho repetir de sus labios el relato teocrático-radical. Estoy cansado de la complicidad de quienes la entrevistan, periodistas reptantes que callan las preguntas que cualquier ser con raciocinio le efectuaría. Estoy cansado de su mirada con la esquina de los ojos y sus guiños picarescos. Estoy cansado, por eso escribo.

El fin del blog es llevar adelante un “accountability” sobre el discurso de Elisa Carrió, desentrañar sus aspectos racionales y desenredar sus aspectos irracionales para volverlos inteligibles y someterlos a análisis. Para ello es necesario situar al discurso y al personaje, clasificarlos. Y también, para ser completamente honestos, declarar desde que lugar se va a analizar dicho discurso, vale decir, desde donde se editorializa.
Situar a Elisa Carrió es una de las tareas más difíciles. Algunos intentan ubicarla en el espectro ideológico de derecha-izquierda dentro del campo opositor. Considero que esos esfuerzos además de resultar insatisfactorios son, sobre todo, incorrectos. Tanto la derecha como la izquierda a nivel discursivo encierran una lógica, una racionalidad. El problema con Elisa Carrió es que su discurso contiene altas dosis de irracionalidad, por lo tanto no se la puede situar correctamente en el campo de la oposición según su orientación ideológica. Por lo tanto, sostengo que Elisa Carrió, por su discurso de matriz teocrático-radical (con aristas habermasianas diluidas en un liberalismo de lugares comunes que terminan por desembocar siempre en un mar antiperonista), no es una opositora sino una antagonista.

Ahora, nobleza obliga, quien escribe debe, para ser honesto, indicar desde donde lo hace. Adhiero al materialismo histórico, sobre todo a la corriente originada en la CEPAL en sus diferentes sub-variantes. A su vez tengo como autores de cabecera a Antonio Gramsci y a Pierre Bourdieu (ya sé, éste último no es un materialista histórico en sentido estricto).

Para finalizar, advierto lo siguiente: a) Decir que es un análisis psicodiscursivo es algo pretencioso y no creo poder satisfacer en su totalidad al lector; b) Las siguientes entradas probablemente consten de uno o dos párrafos, ya que tiendo a tener una estética literaria que coquetea con el aforismo; c) La utilización del sarcasmo y el humor como formas de reflexión violenta serán utilizadas de forma constante en el blog; d) Utilizaré términos y conceptos propios de la filosofía-política algo elaborados, no por vanidad sino para ahorrar en caracteres a la hora de escribir.

Espero que éste blog sea una forma de desatar el nudo de mi frustración, funcionando como un diván para mí y, si tengo suerte, para ustedes.