martes, 25 de enero de 2011

El discurso antagonista (Parte I)

ADVERTENCIA: éste es un resumen de los conceptos y reordenamiento teórico, por lo tanto su lectura puede resultar increíblemente aburrida.

El análisis de lo que he dado en llamar “discurso antagonista” surge de la siguiente pregunta “¿Por qué en una sociedad dada (Argentina en éste caso) se da una polarización extrema en el discurso?”. El común de los comunicadores ha puesto el acento en el “estilo” o las “formas” en que se pronuncia el discurso. Es decir, para ellos el discurso sería una institución que debería ejercerse con moderación. Esto no explica de donde surge esa polarización extrema, ya que se debería simplemente a los “estilos” de las partes, pero sigue sin poder captar su raíz.

La hipótesis que aquí se ofrece al respecto es que: “el clivaje de polarización extrema aparece en la forma de un discurso antagonista en una sociedad cuando el sistema hegemónico de valores se fisura en algunas de sus partes o en su totalidad”.

1.- Antagonistas y protagonistas.

1.a.- Clivaje discursivo moderado.

En una sociedad con un sistema hegemónico de valores consolidado y sin fisuras también existe un clivaje, pero éste no se encuentra polarizado en forma extrema. En dicha sociedad pueden existir discursos que antagonicen con el sistema de valores, pero ese discurso no logra romper con el sistema hegemónico de valores, sobre todo con una de sus formas más prominentes: lo que es conocido vulgarmente como “sentido común”.

La ejemplificación histórica siempre es ilustrativa: en los años noventas en Argentina era de “sentido común” considerar cosas tales como: “no se puede vivir sin el Fondo Monetario Internacional”, “el sistema del ‘uno a uno’ trae inversión que es la única forma en que se puede crecer”, “el Estado sólo debe administrar el orden y la justicia”, etc. Todas ellas eran creencias instaladas que eran compartidas por casi la totalidad del discurso social e incluso en la dirigencia política eran escasos los casos en que esto se exponía como falso (y casi siempre se lo hacía desde posiciones extremas y marginales).

Cuando el sistema hegemónico de valores en su forma de sentido común se encuentra estable su discurso es moderado y su clivaje se da entre “proponente/opositor”. Proponente sería aquél discurso ligado a quienes proponen lo político y generalmente se puede encontrar su fuente en el Poder Ejecutivo (1). Opositor sería el discurso ligado a aquellos que aspiran a ocupar el cargo ejecutivo y se oponen-controlan las medidas que el Proponente desea llevar adelante (2).

Es posible que también puedan existir clivajes de “Proponente/Proponente” u “Opositor/Opositor”, incluso que el lugar de Proponente lo ocupe una parte que no se encuentra en el Poder Ejecutivo o que el lugar de Opositor lo ocupe la parte que tiene poder del ejecutivo. Pero eso son casos poco comunes y no son centrales al análisis del discurso antagonista.

1.b. Clivaje discursivo de polarización extrema

El discurso antagonista aparece cuando existe una ruptura en el sistema hegemónico de valores. El clivaje de polarización extrema del discurso (‘protagonista/antagonista’) divide el “sentido común” en dos sentidos (aunque no de forma taxativa) y en tanto que sistema hegemónico de valores recorre el total del tejido de una sociedad a través del discurso y la simbología.

Éste quiebre en el sentido de las ideas dominantes debe estar acompañado de cambios en la estructura económica para ser tales. Ello no significa que las relaciones de producción deban alterarse radicalmente, basta con que las tasas de acumulación de riqueza de las diferentes clases se vea alterada. Por supuesto, los cambios en las tasas producen fisuras en el sistema hegemónico de valores cuando alteran la capacidad de acumulación de las clases dominantes, sobre todo de aquellas que sostienen al discurso hegemónico. Una reducción de las tasas de participación de la riqueza de las clases bajas puede producir alteraciones, pero no puede producir una ruptura del sistema hegemónico de valores por si misma.

1.c. El discurso irracional

El “discurso irracional” surge producto del clivaje discursivo- simbólico “protagonista/antagonista”, anclado en los aspectos más atávicos del ‘sentido común’. El antagonismo, como reacción a los cambios producidos en la estructura económica, lleva al paroxismo los rasgos más conservadores del sistema hegemónico de valores. La “irracionalidad” del discurso antagonista radica en que adquiere cierta autonomía del anclaje clasista al que representa originariamente, pero siempre actúa como protección de un núcleo duro de intereses. Puede que el discurso irracional, en su afán de enfrentar al protagonista, se oponga incluso a medidas del protagonista que redundarían en beneficio de los intereses de las clases que adhieren al discurso antagonista.

Algo así sucedió bajo las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón, cuando ciertas clases medias se vieron beneficiadas por la política económica de estimulación del mercado interno. Aún habiendo sido beneficiadas económicamente esas clases medias no pudieron romper con el “sentido común” de las cosas que les indicaba que debían despreciar a los “cabecitas negras” en ascenso, sin entender en todo caso que ese ascenso era parte del sistema que les redundaba en beneficios.



(1) Los llamados comúnmente “oficialistas”.
(2) Lo cual no quiere decir que la parte Opositora no pueda proponer acerca de lo político, sino que generalmente lo hace en menor medida que el Proponente.