miércoles, 23 de febrero de 2011

El discurso antagonista (Parte II)

ADVERTENCIA: éste es un resumen de los conceptos y reordenamiento teórico, por lo tanto su lectura puede resultar increíblemente aburrida.

1.d. La esencia de lo irracional


Es cierto que de donde se nutre el discurso irracional es precisamente de los rasgos atávicos de aquella zona del sistema hegemónico de valores que llamamos “sentido común”. También es cierto que éstos se pueden volver irracionales en el sentido de que se desaten del interés clasista, al menos momentaneamente. Pero la irracionalidad no tiene que ver en esencia con comportamientos que no sigan una lógica, lo irracional tiene que ver con un significado filosófico profundo.

Por definición, lo irracional es la negación de lo racional. En éste sentido lo racional es aquello que se produce y reproduce reflexionando sobre sí mismo (o al menos se plantea esa posibilidad de reflexionar sobre sí mismo). Por ello es posible afirmar que lo irracional no es otra cosa que aquello que se produce y reproduce sin reflexión sobre sí mismo. El carácter del discurso irracional como tal tiene como característica que es reproducido sin pensarse a sí mismo. Es ésta irreflexión sobre lo que se dice o simboliza lo que le otorga el carácter irracional. Es el ejercicio acrítico de la palabra, el lenguaje y los símbolos.

Repito, no tiene que ver con un comportamiento lógico del pensamiento sino con la irreflexión sobre los argumentos primeros que forman parte del núcleo duro del sistema hegemónico de valores. Por ejemplo, si uno afirma de manera irracional que “los pobres son pobres porque no les gusta trabajar” pueden deducirse lógicamente muchas otras ideas: “los pobres no merecen inversión social por haraganes”; “los pobres no merecen los bienes necesarios para la inserción social porque no se esfuerzan por ellos”; “si no trabajan deben merecer el estado de miseria en el que viven”; etc. Es una sucesión de ideas lógicas, pero su origen es irracional, pues no existe reflexión sobre el argumento primero que es “los pobres son pobres porque no les gusta trabajar”. Si existiese la mínima reflexión sobre aquella frase se caería el castillo de naipes erigido sobre ella.

La esencia de lo irracional es que permite producir y reproducir valores sin reflexión sobre sí mismos, porque de ésta manera circula discursiva y simbólicamente impidiendo el ejercicio de lo racional que sería su negación. Porque lo racional es la reflexión sobre aquello que parece no poder discutirse, sobre aquello que tiene la poderosa protección de la tradición. Lo irracional, por el contrario, al negar la reflexión, se convierte en una zona muerta del pensamiento.