sábado, 12 de noviembre de 2011

Devaluación: ayer y hoy

“(…) las depreciaciones del papel moneda registradas después de la Independencia (…) contribuyeron a acentuar la concentración del ingreso en los grupos ganaderos y comerciantes. La retribución de los trabajadores del campo y las ciudades crecía en menor proporción que la devaluación del peso y que el nivel general de precios internos, que estaba condicionado por los precios de las exportaciones y por los bienes importados que satisfacían la demanda interna. Debido a que los precios de exportación y, con ellos, los ingresos de los ganaderos y comerciantes aumentaban en la misma proporción que la devaluación del peso papel, se producía una transferencia interna de unos sectores sociales a otros, lo cual agudizaba la concentración de la riqueza en pocas manos”.

Este es un fragmento del capítulo VII.3 del libro “La economía argentina” de Aldo Ferrer. Sólo para que vean quienes son los que siempre ganan y quiénes son los que siempre pierden con las devaluaciones abruptas en Argentina, ayer, hoy y siempre.

martes, 1 de noviembre de 2011

Otra mirada sobre el aborto desde el campo nacional y popular.

“Well, there’s three versions of this story
Mine, yours and then the truth”
R. P. Williams

Lo único e irrepetible como condición de lo humano.
¿Es posible discutir el aborto desapasionadamente? Difícil, pero acá va el intento. Primero, habría que dejar por fuera la cuestión de las convicciones íntimas como la religión, pero también se debería dejar por fuera el ateísmo, pues ello también implica una cosmovisión con respecto al mundo que puede adoptar formas incluso más fanáticas que ciertas órdenes dogmáticas extraterrenales. Para el análisis profundo y sincero es necesario dejar afuera a los mitos de cualquier tipo.

Segundo,  más que discutir acerca del concepto de “vida” se debería adoptar el criterio de “humanidad” para abordar la discusión, ya que, al fin y al cabo, es la “vida humana” lo que está siendo sometido a interrogante. La discusión acerca del “inicio de la vida” debería ser reemplazado por el eje relacionado al “alcance del concepto de la humanidad”. Es decir, habría que discutir donde empieza la vida humana como tal. Cabe aquí advertir acerca de los peligros implícitos en una concepción restringida con respecto a que es humano y que no, ya que un concepto restringido nos podría llevar a conclusiones parecidas a las del positivismo decimonónico con respecto a las razas. Esto quiere decir que un concepto restringido con respecto a la humanidad podría derivar en concepciones racistas (o de estratificación racial), ya que esta doctrina indica una jerarquización de lo humano: autoritariamente se indica un “quien” queda enmarcado dentro de lo humano, mientras que el resto termina quedando despojado de los derechos que el pertenecer a la humanidad le otorgan.

Tercero, quedaría por interrogarnos acerca de aquello que caracteriza a lo humano como concepto. Entiendo a lo humano como concepto en los términos más amplios que sean posibles (con tal de no caer en conceptos restrictivos del mismo), por ello –y basado en criterios que respeten los derechos fundamentales del hombre- sería conveniente entender a lo humano como aquellos seres plurales que son iguales en derechos. Mientras que la condición de iguales en derecho es política, la condición humana de seres plurales es anterior a la instancia política. Un ser plural implica considerar a un ser vivo en tanto que Ser, o sea, un individuo único e irrepetible.

Pero soy consciente de que cualquier intento metafísico de dar un significado universal al término terminaría en un pantano del cual sería imposible salir airosos, cualquiera sea la posición que se sostenga. Propongo enmarcar entonces al concepto de lo humano bajo condiciones de análisis racional. Se me cuestionará acerca de la pluralidad de aquel ser que aún no ha nacido y no ha podido mostrar su Ser, es decir, su carácter de único e irrepetible. Pero esa postura es en realidad metafísica, ya que está emparentada con el concepto de acción de Hannah Arendt. La única forma de demostrar el carácter de único e irrepetible de un ser en términos racionales es la codificación genética con que cuenta cada individuo. La misma guarda en sí las condiciones primigenias para entender a lo humano bajo criterios abarcadores y no restrictivos.

Si se entiende a la condición de lo humano bajo los criterios que propongo se deberá entender  también que lo que es llamado “interrupción del embarazo” no es otra cosa que la supresión de un código genético único e irrepetible. Es decir, se suprime a lo humano del ser. Puesto que suprimida la pluralidad, la igualdad se vuelve superflua y termina carente de sentido. Tal cosa como la “interrupción del embarazo” no es (tan solo) una decisión sobre el propio cuerpo, ya que implica a una pluralidad que es suprimida de forma arbitraria.

Los peligros de la eugenesia y la eutanasia.
Lo que se enmascara bajo el debate de la despenalización (eufemismo de legalización) del aborto es una lógica activa que arrastran las derivaciones del iluminismo a partir del positivismo decimonónico más rancio. Examínese sino el caso del artículo 86 inciso 2 del Código Penal Argentino en los casos en que sí permite el aborto:

“El aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible: (…) Si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente. En este caso, el consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto”.

a. Se permite abortar cuando el embarazo es producto de una violación, ya que el positivismo decimonónico consideraba que el violador engendraría a otro violador. Y como no se deseaba el nacimiento del futuro violador se anticipaban los acontecimientos lógicos mediante su directa supresión aún  en el vientre. Nada tenía esto que ver con la protección de la mujer, lamento decepcionar al feminismo (¿o acaso pensaban que quienes redactaron primigeniamente el Código Penal eran pro-derechos femeninos? Recuérdese que en ese momento la mujer ni siquiera tenía derecho al voto, mucho menos a cosa tal como el aborto).

b. Se permite abortar en el caso de que la mujer tenga alguna patología mental, no para proteger a la mujer (lamento decepcionar al feminismo nuevamente) sino para que no nazcan seres “idiotas o dementes”. Ahora, decir que no se desea el nacimiento de personas con este tipo de características es decir que no se desean este tipo de humanos en la sociedad. La lógica de la eugenesia da paso a la lógica de la eutanasia, se encuentran tan solo a un paso de dar el zarpazo. Con ello no se quiero decir que este artículo “este mal”, sino que no se debería naturalizarlo y se debería más bien deconstruirlo para emprender un análisis verdaderamente agudo.

Recuérdese que los grandes herederos de estas lógicas durante el siglo XX fueron los movimientos que levantaban las banderas de la superioridad racial, en especial el nazismo. Bajo la consigna de Lebensunwertes Leben (algo así como “vida indigna de ser vivida”) se activó una lógica que terminaría en la insania de la así llamada “Solución final”. En el mismo sentido, debería mirarse con mayor suspicacia el caso del aborto legal en Sudáfrica –eslabonada con su historia de apartheid- donde la población blanca y poco fecunda retrocede frente a la población negra.

Con esto no se quiere implicar que aquellos que apoyan el aborto sean necesariamente nazis, sino que claramente se constituyen como herederos de la lógica del positivismo decimonónico y se encuentran emparentados con la eugenesia y la eutanasia.

Las mujeres en riesgo.
El Estado debe proteger a las mujeres. La Asignación Universal por Hijo (AUH) ha sido un paso gigantesco en este sentido, y la AUH a las mujeres embarazadas lo ha sido aún más. Sin duda este es el camino hacia la protección de las mujeres y niños en riesgo. Ese -complementado por otras medidas- debería ser el sendero a transitar por un Estado de derecho democrático y por el movimiento nacional y popular.

Habrá quienes todavía digan “hay mujeres que se mueren por hacerse abortos en este país” y ello es cierto. También las hay quienes se mueren durante el parto. Las hay también durante el aborto en condiciones legales en países que así lo permiten. Hablar sobre ello sería de lo más estéril. El primer problema que G. W. Bush tuvo que enfrentar en su presidencia fue un incendio en los bosques californianos. Una vez apagado el fuego le preguntaron cuál sería la solución para que un incendio de ese tipo no volviese a repetirse. Bush contestó que incentivaría la desforestación: sin árboles no hay fuego.

Desgraciadamente, aquellos grupos que hoy se oponen más férreamente al aborto son aquellos que hicieron todo lo posible para conducir al estado de cosas actuales. La Iglesia Católica principalmente (sin omitir a otras religiones) debería reflexionar en torno a la obstaculación de la enseñanza acerca de medios anticonceptivos y educación sexual en general. Fueron ellos con su visión arcaica quienes acotaron el margen de maniobra para que decisiones extremas como el aborto pudiesen ser evitadas y destruyeron toda posibilidad de debate sedimentado en argumentos racionales. Por su culpa, por su culpa, por su gran culpa.

Sólo pido que no apliquemos la “lógica Bush”. Profundicemos el debate mediante la deconstrucción y un tipo de racionalidad crítica que omita los lugares comunes. Esa es mi humilde (y solitaria) propuesta.