miércoles, 30 de mayo de 2012

Dólar y el trilema de Krugman


“Tenés que elegir, mi amor
todo no se puede tener”
Zambayonny


Según el trilema de Krugman, los Estados de economía abierta quisieran alcanzar estos tres objetivos, a saber:
A. Estabilidad del tipo de cambio.
B. Independencia de la política monetaria.
C. Libre movilidad de capitales.

El problema es que los Estados solo pueden cumplir dos objetivos a la vez y necesariamente deben descartar uno de ellos, y cada dupla que se elija tiene una política que se debe aplicar para conseguir que la misma funcione:
1. Control de capitales.
2. Comités monetarios.
3. Tipo de cambio flexible (1).



En el tramo A-C se encontraría la Argentina durante el período de convertibilidad al dólar con pérdida de autonomía monetaria. En el tramo A-B el modelo aplicado desde 2002-2003 de restricción sobre el movimiento de capitales con flotación controlada. Un tramo B-C implicaría una pérdida de estabilidad sobre el tipo de cambio. Estos son factores a tener en consideración para entender la situación del tipo de cambio con respecto al dólar.

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(1) P. Krugman, "Economía Internacional", Cap. XXII.


viernes, 18 de mayo de 2012

El sentido común hoy en Argentina


Más que preguntarnos “¿qué es el sentido común?”, Bourdieu en una vuelta de rosca copernicana nos hace preguntarnos “¿qué tiene de común el sentido?”. La respuesta es: absolutamente nada. Ya que el sentido es la forma de sentir al mundo, es decir, la forma en que lo percibimos y representamos, este no puede ser otra cosa que nuestra subjetividad. Y sabemos desde Hegel que aquello que es subjetivo sólo puede transformarse en objetivo siendo violentado en su naturaleza. Pero es evidente que existe lo que llamamos “sentido común”, o sea, una serie de subjetividades atomizadas pero suturadas entre sí por un “algo”. Ese “algo” es lo que Gramsci denominó como hegemonía cultural.

Hay que diferenciar los procesos lógicos del pensamiento de los del sentido común. La lógica como proceso intelectual intenta demostrar y validar. El sentido común no necesita demostrar validez, simplemente está dado como una “verdad” para quien lo proclama diciendo “¡Y si, es de sentido común!”. Moliere se burla de esta situación en “El enfermo imaginario” cuando la respuesta a la pregunta “¿Por qué hace dormir el opio?” es “Por sus propiedades dormitivas”. Valga decir, es un axioma tautológico, se valida por sí y para sí.

El problema que trae aparejado el sentido común es que estamos ante el asesino en masa de las ideas. Al validarse por sí mismo el sentido común se convierte en una zona muerta del cerebro, una que hace que ante situaciones cotidianas reaccionemos con reflejos y eliminemos la reflexión. El sentido común es producto de la hegemonía cultural ejercida por las clases dominantes, pero ella se extiende temporalmente más allá de ellas. Por ejemplo, en los Estados Unidos, donde la revolución liberal había llegado mucho antes que en Europa y dónde la clase dominante era desde hacía mucho tiempo la burguesía capitalista, no fue hasta 1865 (y quizás hasta los años sesentas del siglo XX) en que se rompió con el “sentido común” de que había hombres que por su color de piel eran inferiores a otros y debían ser sometidos a esclavitud. ¿Hay alguna verdad en ese sentido común? No. Pero éste estaba muy extendido y arraigado incluso en una de las sociedades más modernas de esos tiempos. El “sentido común” existe y habita nuestras almas, pero es imposible extraer cualquier validez de él.

En este momento en la Argentina existen dos “sentidos comunes”, la hegemonía cultural y la contra-hegemonía cultural. Decididamente el segundo es más democrático y libertario que el otro, pero aún así –en su carácter de sentido común- destierra la reflexión crítica e impulsa a actuar mediante reflejos no mediados por el intelecto. Si el sentido hegemónico venía a decir “es culpa de los políticos que mienten y roban” mientras las corporaciones eran las que saqueaban al país, el sentido común contra-hegemónico nos dice ante cualquier adversidad “Clarín miente”.

La tarea de transformación aún no está acabada, y como no está acabada aún necesitamos de la imaginación. No es tiempo de cerrar nuestras mentes sino de abrir las otras. Evitemos la “clausura del sentido” como diría Castoriadis. Evitemos convertirnos en ellos y transformémonos nosotros también en algo absolutamente nuevo y no en lo nuevo de lo viejo.

sábado, 12 de mayo de 2012

Manual para pegarle a "La Cámpora"

"Cree el ladrón que todos son de su condición"
Refrán popular.

"Si la vergüenza se pierde / Jamás  se vuelve a encontrar"
La Vuelta de Martín Fierro.

1) Diga que son "nenes bien", no importa lo que ello quiera decir.
2) Diga que están ahí sólo por puestos de trabajo. Acto seguido diga que nadie quiere trabajar, la contradicción no importa, recuerde que lo importante es pegar.
3) Diga que ellos son "la juventud K", aunque usted sepa que en realidad ellos sólo componen una pequeña parte de todo ese universo.
4) Denúncielos por tener Black Berry's con la fuerza de un Torquemada. Acto seguido quéjese de las importaciones y de lo humillante que es para un cosmopolita como usted tener que comprarle a la industria nacional. Tómese su tiempo para publicarlo a través de su iPhone.
5) Diga que son unos vagos que nunca estudiaron. Acto seguido oculte por todos los medios que Axel Kicillof tuvo la medalla de la UBA por mejor promedio y se doctoró en economía antes de los 40 años.
6) Macarthíse sus convicciones como "marxistas" y "populistas" en tono peyorativo. Si usted no sabe que quiere decir alguno de esos términos, mejor. Acto seguido quéjese de la falta de valores en la juventud.
7) Denúncielos por estar organizados en redes sociales. Acto seguido quéjese de la falta de solidaridad, comunicación y diálogo.
8) Denuncie a los tweeteros truchos y haga lo imposible por hacer creer que un 54% del padrón son Diego Pierelli. Transforme lo particular en universal sin sonrojarse, porque lo importante, al fin y al cabo, sabe usted, es pegar.
9) Siembre siempre la sospecha, o mejor, la certeza, de que tienen algún interés espurio. Ese interés es monetario o fanático-ideológico, pero preferiblemente que sea lo primero. Usted sabe muy bien como yo que nadie en su sano juicio suscribe a una idea política si no es a cambio de dinero. Nosotros, los que denunciamos, no. Nosotros estamos acá sólo por la sana convicción de la renta agropecuaria, el capital hegemónico concentrado y el status quo.
10) Cuando haya logrado el objetivo de alejar a la juventud de la política ponga cara de pequeño burgués y exclame "¡Qué barbaridad, ya no hay jóvenes que luchen por su país!"