jueves, 16 de septiembre de 2010

El peligro de lo irracional (Parte I)

Éste artículo servirá para aclarar dos cosas: 1) Porque el interés particular en Carrió; y 2) La conexión de lo irracional con los poderes concentrados de la económica. Para hacerlo voy a recurrir a un idealtypen del discurso irracional: Adolf Hitler. Repito, es sólo un tipo ideal, de ninguna manera estoy poniendo en pie de igualdad a Elisa Carrió con el führer, sería una locura hacerlo. Una locura similar al discurso de Carrió asimilando a Kirchner con el dictador del Tercer Reich.

Éstas ideas en realidad fueron disparadas por una conversación que tuve con el profesor Juan Pablo Angelone (1) sobre el Estado totalitario nazi. Angelone me comentó lo llamativo que le resultaba el tratamiento que se le daba al discurso de Hitler, calificándolo siempre como “cosas de un loquito” y como se ignoraba a todo lo racional que rodeaba a ese personaje que portaba un discurso irracional. Mencionó también una serie de preguntas inquietantes: “¿qué contexto social posibilita que un "loco" llegue al poder? ¿Qué pasa con los "cuerdos" a cuyos intereses respondería ese loco?”. En fin, como se banalizan los procesos históricos al decir que aquello fue culpa de un “loquito”.

Es que la banalización es un velo, un velo que se tiende sobre la realidad para ocultar el lazo que une, en ciertos casos, al discurso irracional en la superestructura en profundo matrimonio con los intereses de los poderes concentrados que habitan en la estructura. Con la adjetivación de “loco” a Adolf Hitler se esconde la complicidad que tuvieron las grandes empresas alemanas en apoyar ese proyecto de capitalismo estructural y totalitarismo superestructural (2). Así, el apoyo de IBM (3), Mercedes Benz (4), Siemens (5), etc., al régimen nazi quedó desvanecido en tanta adjetivación de “loco”, “demente” y “fanático”. Es que lo irracional suele cumplir (bajo ciertas circunstancias) un rol para la racionalidad económica.



(1) Profesor de la cátedra de Análisis del Sistema Internacional de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario y escritor de varios libros como “Por arte, al amor” y “Argentinalgia”, entre otros.
(2) Más información al respecto en Elías Díaz, “Estado de derecho y sociedad democrática”.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Si ellos son la patria yo soy extranjero

La semana pasada a raíz de la presentación de Cristina Fernández sobre los orígenes espurios de Papel Prensa, el programa “A Dos Voces”, que se transmite por TN, preparó el contraataque con Elisa Carrió como su caballo de batalla principal. Elisa Carrió tuvo varias declaraciones tales como “Clarín y La Nación son parte de la historia”, “Son la última muralla que los Kirchner pretenden derribar para quedarse con todo”, etc. Pero la declaración de Carrió que condensa la idea de su discurso es la siguiente: “Clarín y La Nación son la Argentina”.

Éste tipo de declaraciones son propias del discurso protagonista-antagonista, trata de dividir en dos el campo apropiándose de valores universales. Los diarios aparecen como entes neutrales portadores de valores nacionales con el cual cualquier patriota debería verse identificado. Quienes los cuestionan son antipatriotas, anti-argentinos y no pertenecen al mismo cuerpo social que los patriotas, es decir, se convierten en extranjeros. Quienes son argentinos deben apoyar a Clarín y La Nación ante el ataque salvaje de los extranjeros.

Una vez más emerge el discurso maniqueo presentado por Elisa Carrió, ésta vez en su versión chauvinista (y no tan teológica) en el que unos pertenecen y otros no. El problema es que aquello que Carrió presenta como grupos mediáticos asépticos no lo son en absoluto. Clarín y La Nación son maquinarias industriales de creación del “sentido común” cipayo y anti-popular; son la presión para la obtención de intereses parcializados hecho carne; y, últimamente, sus periodistas son escribas que reptan por veinte monedas de madera, convirtiéndose en cómplices de encubrimiento de crímenes de lesa humanidad. Por eso, citando una vieja canción, “si ellos son la patria yo soy extranjero” (1).



(1) “Botas Locas” de Sui Generis.