domingo, 8 de mayo de 2011

¿Es o se hace?


En respuesta al artículo “Lo que se juega en octubre” de Fernando Iglesias en el diario La nación[1]. Mis reflexiones aquí giran en torno a una pregunta que me hice durante el lapso en que leía la nota: el diputado Fernando Iglesias ¿es ignorante o mentiroso?


Abre la nota preguntándose respecto al “ataque” –dice él- que hace el gobierno a ciertos sectores. Cito: Sus actuales enemigos son la más avanzada y globalizada de las industrias nacionales, el sector económico internacionalmente más competitivo y los medios de comunicación, esenciales en un universo social definido como sociedad global de la información”. Es decir que para Fernando Iglesias una empresa (como Clarín) que ha cometido crímenes de lesa humanidad no debe ser cuestionada por el hecho de ser competitiva. Tampoco debería serlo Techint, aún si no cumple con la ley. Esto es lo que Chantal Mouffe llamaría “esencialismo”, es decir, hacernos creer que  poner en cuestión algunos aspectos del sector empresarial es un ataque universal a la propiedad privada y la inserción del país en el contexto internacional. Nada de eso, aquí las empresas cuestionadas lo están en razón de asuntos particulares y no por sus cualidades de competitividad.

Pero quizás Fernando Iglesias nos quiere decir algo más. Quizás lo que nos quiere decir es que por el hecho de ser competitivas a nivel internacional estas empresas no deberían ser cuestionadas y deberían tener vía libre para hacer lo que se les antoje. Lamento informarle que –aunque con contradicciones e idas y vueltas- esa Argentina pertenece al pasado. Aquí el diputado nos miente.

Me llamó la atención también su definición de lo social como “(…) un universo social definido como sociedad global de la información”. Es decir, parte de un modelo social sistémico-neokantiano-habermasiano en el que las sociedades están constituidas como comunicaciones e individuos. No logra atender a la complejidad de esta fase del capitalismo transnacionalizado (llamado algunas veces globalización) en la que las contradicciones propias del modo de producción no han desaparecido. La “globalización”[2] no es un espacio político en el que el poder se haya diluido, sino que más bien se han agudizado algunos aspectos de la dominación. Pero esto el diputado no lo ve. Aquí Fernando Iglesias ignora.

Continúa diciendo que el aporte del sector industrial al PBI en Argentina es superior al aporte que hace el mismo sector al PBI de Estados Unidos y la Unión Europea. Ahora bien, hay tres cosas para decir al respecto:

A - El sector industrial en Argentina aporta un 35,9%; en la Unión Europea un 28%; y en Estados Unidos un 22,7%. En esto tiene razón Iglesias, Argentina es superior. Pero la insistencia del gobierno por industrializarse adquiere dimensión cuando entendemos que el PBI de Argentina es de U$S 357.092 millones; en la Unión Europea son U$S 17.926.873 millones; y en Estados Unidos son 18,8 billones de dólares. A pesar de ser mayor en términos porcentuales es infinitamente inferior en términos absolutos y reales. Argentina necesita profundizar la industrialización inconclusa del siglo XX. Aquí Fernando Iglesias apuesta por el modelo de los noventas en el que primaba el sector terciario. Aquí el diputado Fernando Iglesias merece ir a marzo.

B - F. Iglesias no reflexiona en torno a la crisis que actualmente viven los países en cuyas economías prevalece el sector terciario. Estados Unidos y la Unión Europea tienen muchas dificultades en reactivar su economía justamente por la composición de sus economías basadas en el sector servicios. Contrastan con la economía China (en la que la participación de la industria en el PBI es del 40%) que pudo atravesar la crisis con mayor facilidad y retomar la senda del crecimiento. El modelo para Argentina no es definitivamente el de la posmodernidad que propone Iglesias. Pero tampoco es el modelo Chino. El modelo para Argentina será argentino o no será.

C - Tampoco reconoce Iglesias los enormes pasos tecnológicos en la industria que se están haciendo en la provincia de Tierra del Fuego y los logros del CONICET, desmereciendo así el trabajo de miles de científicos argentinos.

Continúa diciendo que la ampliación de la gran fábrica de pobres y de ciudadanos desprotegidos, marginados y dependientes de favores clientelistas que son la base electoral de este gobierno”. Aquí el diputado está a un paso de pedir el voto calificado. Considera que los únicos votos que recibirá el gobierno serán aquellos de las personas que reciban inversión social directa. Ignora el diputado la enorme masa de votantes jóvenes que irán por el FPV. Ignora, esconde, tapa, miente.

Después dice con respecto al gobierno que “(s)us factores de poder se desmoronarían en una Argentina orientada al mundo y al futuro y no a la insensata repetición de sus modelos nacionales ya fracasados”. ¿Acaso el cumplimiento de los DDHH no es parte de la inserción en el mundo?¿No ocupamos acaso sillas en el G-20 (de potencias emergentes), en el G-20 (de potencias mundiales) y presidimos el G-77 (de países no alineados)? La inserción internacional no es buena per se; no es moralmente correcta ni un imperativo categórico por sí misma. Argentina debe integrarse a la globalización, pero existen muchos modos de inserción. En los 90’s Argentina se insertó al mundo en una de las peores formas en que lo puede hacer un país: de rodillas y sin dignidad alguna. Porque, como dice Aldo Ferrer, no basta con insertarse al sistema internacional sino que hay que hacerlo en condiciones en que los intereses nacionales prevalezcan. Y para estar bien en el mundo uno debe estar primero bien con uno mismo.

Fernando Iglesias se monta sobre un discurso posmoderno que, paradójicamente, está pasado de moda y es inservible para la realidad de éstas latitudes. Comparte las ideas de una sociedad pos-industrial de Ulrich Beck. Se sube sobre un progresismo sin brújula que nace a finales de la década del ochenta con la caída del muro de Berlín. Pero ese paradigma a esta altura de los acontecimientos es arcaico, ingenuo y no ofrece muchas respuestas para la realidad circundante.

No es entonces el modelo pos-industrial vs. el modelo industrial-arcaico lo que se juega en octubre. Lo que se juega en octubre es concluir con la industrialización germinada en los años 30’s y parida en los 40’s o volver a un sistema económico en el que prime el sector primario y terciario como lo quisiera Martínez de Hoz a principios de los 70’s y profundizado en los 90’s. El debate es entre una Argentina que mira hacia adentro y otra que mira hacia el océano. El debate está entre aquellos que quieren sentarse en la mesa de los poderosos del orden global aún a riesgo de ser servidos como cena y los que queremos un país en dignidad frente a un orden global en el que las relaciones de poder no se han modificado ni un ápice en su esencia. El debate sigue siendo aquél que nos ha atravesado a los argentinos desde nuestros orígenes: completar la liberación nacional.


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[2] La entiendo en los términos explicitados en los textos de Aldo Ferrer.

1 comentario:

  1. Para lo unico que sirve Fernando Iglesias es para descargarte insultandolo por twitter. Es un descargo sensacional que me devuelve todas las energias cada vez que lo hago.

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