lunes, 1 de noviembre de 2010

La K madre que nos partió*

Soy un tipo al que le cuesta hablar sobre política sin utilizar un aparato conceptual, pero ésta vez haré el esfuerzo de desentenderme de la teoría y voy a escribir con el corazón sobre el teclado. Es que algo nos pasó, todos sabemos que algo nos pasó: nos partimos al medio. Las sobremesas con la familia, las previas con amigos y las charlas en bares con extraños ya nos son las mismas. No es tan fácil como en los noventas hablar de política, ahí era todo mucho más claro, más sencillo. Ahí estaba el adversario del pueblo y acá estábamos nosotros. Fue a finales de esa década cuando asistí a mi primera manifestación, era un reclamo ante el gobierno provincial (aliado del menemismo) por los sueldos de los maestros a los que se les adeudaba todo un año de haberes. Ahí aprendí la importancia de la palabra “educación”. Cuando De la Rúa asumió como presidente mandó a la gendarmería y derramó sangre sobre el puente Belgrano que une Corrientes-Resistencia. Ahí aprendí el significado de la palabra “represión”. Mi abuelo (de larga militancia social) estuvo en lo que eran aquellos cortes de ruta, sin ser él maestro, sin ser un problema que lo afectase en forma directa. Ahí aprendí el significado de la palabra “solidaridad”. Al año siguiente falleció. Un año después ocurrió el diciembre de 2001. Ahí supe qué significaba “crisis”.

Mi amigo Federico me suele decir que nosotros somos los hijos de la crisis (quizás en tono con la frase hegeliana de que “todos somos hijos de nuestro tiempo”). Esa puta crisis nos parió a gran parte de nosotros, pero no nos parió a todos por igual. Y desde ahí que venimos partidos, sobre todo cuando esa K se puso entre nosotros y nos colocó en veredas diferentes. Esa K fue creciendo y creciendo, y la distancia se volvió gigante. Familia, amigos y desconocidos, todos en veredas diferentes. Y no es que uno esté en exactamente parado sobre la K, eh. Más bien uno se encuentra en la misma vereda que la K, pero separado por varias (muchas) baldosas.

Pero la familia, los amigos y los desconocidos no lo entienden así, para ellos es todo lo mismo: o estás con la K o con la anti-K, así con tono maniqueo y todo. Y no suelen escatimar en agravios a la hora de opinar. Le dicen a uno que está ciego o que pretende tomarle el pelo a la gente. Algunos desconocidos hasta insinúan que uno tiene la opinión que tiene porque seguramente algún “beneficio” debo recibir de esa puta K. Pero no sería nada eso, porque al fin y al cabo son desconocidos y no me conocen. Ahora, cuando es alguien cercano quien te insinúa que tus convicciones tienen un precio, ahí sí… ahí sí que duele. Pero es cierto, descubrí que sí, que mis convicciones tienen un precio, pero son ellos los que le ponen el precio y soy yo quien debe pagar por las mismas. Y el precio que me hacen pagar, créaseme, es muy alto y los golpes que uno debe recibir muy bajos. Si tan sólo uno recibiese esos “beneficios” soportar el maltrato se justificaría (al menos así lo imaginan ellos), pero ni eso. ¿Entonces por qué uno está de éste lado de la vereda y no enfrente? La respuesta puede parecer soberbia, pero es la siguiente: desde que tengo uso de razón éste es el primer gobierno que ha seguido “mi agenda”. Sí, “mi agenda”, aunque suene soberbio de mi parte. Ninguno de los gobiernos anteriores siquiera se animó a hablar de los temas de “mi agenda” y éste al menos me hojeó algunas páginas. Ni completamente ni idealmente se acerca al país que yo deseo, pero es el más próximo (de los que he conocido) a aquél.

Pero ni familia ni amigos y menos aún los extraños entienden mi posición. Para ellos basta con decir que hay que “mirar la calle y usar el sentido común” para descubrir que estamos inmersos en un caos. Una de mis abuelas, que ahora por primera vez tiene jubilación, me dice que en el Estado derrocha plata; un par de amigos, mientras juegan a la playstation después de haberse levantado a las 11.30, me dicen que el problema son los planes que hacen que la gente no quiera trabajar; un viejo desconocido en un café de Recoleta, mientras despliega las enormes páginas de “La Nación” sobre la mesa, me dice que el problema son los piqueteros que cortan calles porque tienen mucho tiempo libre. Yo los miro azorado, pensando que en algún momento van a percibir la contradicción de ellos mismos. Pero espero inútilmente, mordiéndome la lengua, tragándome el veneno y alimentando más y más a ésta úlcera moral pronta a estallar.

Es que ellos siguen mirando la historia desde una matriz liberal (está bien, no puedo con mi genio y violé la promesa de no conceptualizar): donde ellos ven la historia de los héroes, nosotros –los hijos de la crisis- vemos sociedades; donde ellos ven clientelismo, nosotros vemos inversión social; donde ellos ven corrupción, nosotros la vemos también, pero aceptamos el desarrollo de la totalidad de la historia con sus contradicciones. Entonces, ¿lo que nos divide es la K? No, no creo que sea la K. Siempre estuvimos separados, sólo que la K vino a quitar el velo entre nosotros y nos obligó a discutir con familia, amigos y desconocidos aquello que quizás nunca hubiésemos querido discutir. Porque hay algo que se está quebrando entre nosotros, aquello que sostiene sus vidas y a nosotros nos inspira profunda aversión; aquello que ellos entienden como “normal”, “común” o “natural” y que nosotros empezamos a cuestionar. En fin, ese sistema de valores e ideas que ellos llaman “sentido común” y que para nosotros ya no existe. Porque el sentido común no es otra cosa que el sistema hegemónico de ideas que permiten la dominación, incluso la autodominación de los dominados (sí, ya sé, segunda vez que violo la promesa de no conceptualizar). Y ahí estamos nosotros, queriendo romper lo que para ellos es seguro y conocido: su preciado sentido común. Flanco por flanco atacamos ese edificio sagrado y ellos reaccionan con la virulencia de quien no quiere que se le caiga el techo encima. Porque es cierto, cuando uno rompe con el sentido común queda en pelotas por un buen rato, y estar en pelotas da miedo, pero es necesario hacerlo si se quiere ser libre. El edificio se está resquebrajando y la fisura nos abrió al medio a todos. La K sólo acelera los tiempos del derrumbe, el edificio está destinado a colapsar de cualquier forma. Entonces que quede claro familia, amigos y desconocidos: la K no nos separa, lo que nos separa es la crisis del “sentido común”. Pero, es cierto, fue la K la que nos partió.






*Agradecimientos especiales a mi amigo Lucas Massuco que me corrigió y me impulsó a profundizar en éste artículo escrito el 21 de octubre de 2010 para el Nº4 de la "Revista Diversidad".

2 comentarios:

  1. Luego me gustaría agradecerte más personalmente y complementar tus palabras con algunas reflexiones.

    Y te agradezco y felicito por el escrito, planteaste nociones (que fuera de lo político) tienen mucha más relevancia desde lo individual.

    Un saludo y fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  2. BLOG DE HUMOR K "Un angel trae noticias de Néstor" Un adelanto ANGEL: "¿Te acordás cuando le dijo al general Bendini (señalando el retrato de Videla): "¡Me baja ese cuadro!" ? Bueno ... ahora le dijo a san Pedro: "¡Me sube a ese Magnetto!"" ... ... ..YO : "No creo que Dios acepte a ese sujeto en el Cielo. Seguro que Magnetto se va a ir al Infierno. Y allí, encima de cagarse de calor, se va a aburrir como loco porque no va a poder dar a luz su diario Clarín. Te lo digo porque las nefastas noticias que está acostumbrado a publicar aquí, comparado con lo que sucede en el Infierno, serían demasiado optimistas para el régimen diabólico"..Néstor le dice a Dios porqué se lo llevó a él, q es joven y bueno, y dejó a viejos decrépitos como Videla o la Legrand. Dios le explica a K: "Después de la sublevación de Satanás, tuve q hacer un pacto de gobernabilidad: yo quedé a cargo de los nacimientos y él, de las muertos. Esos tipos a los q te referís hicieron un pacto con el Diablo. Por ej: la Legrand vendió su alma para q sus almuerzos no acaben nunca y ella se mantenga joven a parte del contrato le llegó demasiado tarde)...Dios le dice a K: "Ya se lo comenté a Perón. A uds los puedo ayudar haciendo cualquier milagro. Pero no me pidan q haga salir campeón a Rácing ... es imposible"LEER más en el blog. Y si te agrada, hacete miembro del blog.
    Gracias,
    http://www.kikitodulce.blogspot.com

    ResponderEliminar