jueves, 19 de agosto de 2010

Antagonismo e impotencia

La palabra “protagonista” proviene del griego antiguo “protagonístís” formada del protos=primer y agonísíts= luchador (o jugador). Por otro lado, la palabra “antagonista” proviene del griego “antagonístís”, formado por anti=opuesto (o contrario) y agonístís=luchador (o jugador). De ahí que para hablar de antagonismo es necesario que exista un protagonismo.

El rol del antagonista necesita ser correspondido por el protagonista, es decir, el antagonista necesita ser reconocido por el protagonista como un interlocutor en la lucha. Cuando esto no sucede, cuando el protagonista no reconoce al antagonista, cuando no le otorga estatura, o en criollo, cuando no le da chapa de adversario político, el antagonista sufre de impotencia. La impotencia es “falta de poder para hacer algo”. Si el antagonista construye todo su discurso sobre la base del antagonismo con el protagonista, pero éste último, al no replicarle, le niega su inserción en la dialéctica, el antagonista queda impotente. Es ahí que el antagonista busca construir la figura del “mártir”. Ésta le sirve para salvar momentáneamente su figura, intentando mostrarse como un “puro” incomprendido de su tiempo.

La ida de Elisa Carrió del Acuerdo Cívico y Social debe ser entendida en éstos términos. Carrió necesita ser antagonista de quien ella entiende es el protagonista: Néstor Kirchner. Al no poder presentarse como tal sufre de impotencia y eso la lleva a reconfigurarse momentáneamente como mártir. Los portazos no se dan simplemente cuando uno quiere salir, se dan generalmente cuando uno quiere hacer ruido.


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