Nótese que utilizo la palabra “creer”, porque es un verbo que indica un acto de fe. A mi entender no hay otras razones para seguir a Elisa Carrió que no sea por fe. O quizás sí, quizás si haya otros motivos por los cuales usted puede seguir a Elisa Carrió.
Si usted es antiperonista (la forma más intensa de antagonismo que conoce la Argentina) es posible que sienta cierto aprecio por Carrió. Pero entienda usted que el antagonismo es solo una pose vacía de contenido, nada se construye con ella. El antiperonismo que subyace en el discurso de Carrió logra captar a una franja social que tiene inscripto en los genes de su relato aquél antagonismo.
Si usted es una persona sumamente religiosa y cree que el bien o el mal absolutos se pueden hacer carne en una figura, también puede comulgar con Carrió. En éste momento el mal absoluto es Kirchner. Adviértase que el antagonista tiene una tendencia a llevar la discusión política a una duplicidad de absolutos, coherentes en éste caso con el carácter confesional del discurso. El problema para el sistema democrático liberal es que el antagonista no solo batalla con el protagonista, sino que borra al resto de la oposición del relato político, ya que la batalla final se da entre el mal absoluto (el protagonista) y el bien absoluto (el antagonista). En éste caso en particular, el discurso de Carrió también tiene como intención erosionar la institucionalidad apuntando a negar la figura presidencial, llevándola a un mero instrumento del mal absoluto. Niega la entidad de la Presidenta, niega el voto que le confirió el pueblo, corroe el sistema democrático, borra a la oposición y construye un relato de batalla final.
En fin, si usted no sabe nada de política, pero tampoco desea entender de política y lo único que quiere es indignarse junto a la oradora del discurso antagonista, entonces creo que Elisa Carrió es su mejor opción.
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