Acerca del monopolio de los medios de comunicación sobre el concepto de “gente”
Muchas veces hemos escuchado a Elisa Carrió hablar en nombre de la “gente”. Es recordada su perorata desde el atril grondonístico diciendo que “la gente en la calle dice que se vayan. La gente en la calle dice ‘los quiero matar’. La gente en la calle dice ´a ver si los derrumban´” (1). Es claro que aquí el concepto de la “gente” tiene un carácter clasista, cuando se habla de “gente” se habla de un estrato que se considera genéricamente “clase media”. Esto también lo ha hecho durante muchos años la señora Mirtha Legrand para legitimar sus preguntas atragantadoras en la supuesta curiosidad de la “gente”. Muchos otros comunicadores también han hablado como intérpretes de la "gente".
En los tiempos en que los medios de comunicación masivos eran palabra santa y nadie los cuestionaba, éste hablar sobre la “gente” producía una increíble inversión de la pirámide de la representación. Cuando alguien hablaba en nombre de la “gente”, los consumidores de medios terminaban creyendo efectivamente de que aquella persona representaba a un colectivo de personas. Y esto por dos razones: a) el consumidor de medios creía míticamente en la veracidad de los medios; b) los consumidores se encontraban relativamente aislados unos de otros, a la vez que aislados de opiniones divergentes. Entonces, un Leviatán de terciopelo se erigía con mucha agilidad y llegaba a “representar” a la “gente” aún antes de haber pasado por una instancia legitimadora. Sólo había que repetir que se era representante hasta que esto se hiciese realidad.
Esto hoy ya no funciona, o funciona a medias, y en el futuro va a funcionar menos aún. Las redes sociales van a ser quienes den el discurso póstumo a ese modus operandi de erigir petit leviatanes. Ya no será posible hablar en nombre de la gente, porque ahora la gente tendrá una voz que resonará en los medios masivos de comunicación. Enfrentamos un tiempo conceptual parecido al traspaso de la soberanía del monarca al pueblo. La “gente” se apoderará de su propio concepto, los medios masivos perderán un lugar de privilegio en la construcción de sus pequeños Leviatanes y Elisa Carrió deberá someterse a los mecanismos democráticos para poder legitimarse como voz de la “gente”. Así como los reyes perdieron sus coronas en favor del pueblo, así perderán los medios masivos su legitimidad frente al espíritu agonal de las redes sociales.
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