jueves, 24 de marzo de 2011

A la memoria (de Nietzsche)

Voy a empezar por invertir la fórmula nietzschana y decir que “la memoria es la promesa de la voluntad”. La memoria es una promesa que nos hacemos a nosotros mismos, sin ella no recordaríamos quienes realmente somos. Nos recuerda aquello que nos prometimos cambiar y aquello que no volveríamos a repetir. La memoria no recuerda a algún momento o tiempo en particular sino que lo mantiene vivo. Incluso sería posible hablar de la memoria en términos freudianos como lo “eterno”, entendiendo a lo “eterno” como aquello omnipresente.


Aquellos que reclaman políticas de Estado, integración en el orden internacional y cumplimiento con las instituciones vigentes en el resto del mundo (occidental), deberían girar las miradas hacia la política de Derechos Humanos. Y esto no tiene que ver con deshacerse en elogios por Kirchner como algún lame culos de turno. Los Derechos Humanos tienen que ver con una concepción profunda de la vida. Se podría decir en un sentido cartográfico que los Derechos Humanos son la frontera entre los hijos de re-mil puta y el resto de las personas.

Entonces, retomando la fórmula nietzschana invertida, es posible considerar a éste día como una promesa de la voluntad. Voluntad política, voluntad de justicia, voluntad democrática, voluntad de igualdad social. Voluntad quebrada en el pasado, voluntad de lo que queda por hacer. El horizonte democrático está incompleto, ese espacio debe ser llenado por la voluntad. Antonio Machado diría: hoy es siempre el día de la voluntad.

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